Hoy en día sigue siendo común encontrar algunas resistencias por parte de los poderes públicos y de la sociedad en general sobre la idea de reconocer, en toda su magnitud, que los niños, las niñas y los adolescentes son también sujetos de derechos humanos. Las distintas formas de ver y tratar a los niños y las niñas tiene una profunda relación con los enfoques que se adoptan a la hora de ejecutar y evaluar acciones de cooperación para el desarrollo e intervención social.
El próximo mes de noviembre se cumplen 25 años desde que se firmara la Convención Internacional de los Derechos del Niño (CDN), adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989. Un aniversario que coincide con el lanzamiento de Enclave y de su forma de hacer evaluación. La Evaluación desde un Enfoque de Derechos del Niño, como intento de aterrizaje metodológico del corpus jurídico de la CDN, ofrece pautas para velar por la garantía del ejercicio de los derechos humanos a partir del análisis de los contextos, de los roles y de las capacidades para que cada grupo conozca y asuma su papel. Por eso, trabajar bajo este enfoque supone reconocer tanto a los titulares de derecho como a los sujetos de responsabilidad y los sujetos de obligaciones en el propio proceso evaluativo.
Si bien sigue siendo responsabilidad de los Estados respetar los derechos (no interfiriendo en su disfrute), protegerlos (adoptando todas las medidas para que otros no interfieran en el disfrute de los mismos) y cumplir con los compromisos adquiridos (adoptando las medidas apropiadas que permitan el disfrute efectivo de los derechos), no deja de ser una tarea compartida con organizaciones, entidades y otras instituciones de la sociedad civil así como con los propios NNA y adultos que trabajan con y para la Infancia.
El enfoque de trabajo de ENCLAVE permite hacer más visible una apuesta metodológica que se está generalizando, la de ir incorporando los derechos humanos de los niños y las niñas en los procesos de evaluación. Pero, y por encima de todo, supone una apuesta ética y un compromiso real de mejorar las acciones de desarrollo como experiencias que ayudan a la construcción de políticas públicas.
Aplicar un enfoque metodológico bajo el que subyace nuestro firme compromiso institucional y personal con estrategias de desarrollo que garanticen plenamente la realización de los derechos humanos de la infancia, supone construir dispositivos creativos e inclusivos, y con un gran componente lúdico en el caso de los NNA, como los que practicamos desde Enclave. Es por ello que, desde este espacio de diálogo, iremos compartiendo reflexiones, a modo de píldoras metodológicas, que puedan contribuir a la mejora de las practicas y visibilizar el enfoque que practicamos.