* Por Marta Martínez Muñoz
Para entender una genuina participación protagónica
En la anterior entrada de este Blog, De la exigencia del derecho al ejercicio de la participación, anticipé una segunda parte de las reflexiones acerca del Protagonismo Infantil. Hoy quiero recomendar la lectura de dos documentos de referencia para entender bien de qué hablamos cuando hablamos de protagonismo infantil.
Luego de más de 30 años de experiencias de diferentes Organizaciones de Niñas, Niños y Adolescentes (ONNAS) en la región, uno de los aprendizajes ha sido entender que para garantizar la sostenibilidad de las organizaciones de infancia, así como de cualquiera otra del ámbito de los derechos humanos, debemos asegurar igualmente la sistematización de las experiencias conseguidas.
En los últimos años han sido numerosas las publicaciones que abordan aspectos y temáticas, tales como: sistematización de los procesos de organización (sobre todo experiencias locales y nacionales), materiales de comunicación y sensibilización para diseñar campañas de incidencia y vigilancia, guías para la elaboración de diagnósticos de redes de organizaciones de NNA y, documentación para la difusión de las experiencias y la réplica en otras localidades y países. Para conocer mejor el panorama regional latinoamericana, hoy quiero comentar especialmente dos publicaciones de referencia para las organizaciones y profesionales que trabajamos en el ámbito de la participación (a ambos lados del océano). Por un lado, destaca la sistematización de la experiencia del proyecto PROTAGONISTAS (cuya evaluación final realizamos como equipo Enclave) sobre la promoción de la participación con experiencias de El Salvador, Paraguay, Perú, Uruguay y Ecuador. Por otro, un documento sobre la participación de niños y adolescentes en espacios de incidencia regional, editado por Save the Children con el Instituto Interamericano de Niño.
La sistematización de experiencias, coordinada por Gina Solari, incluye una revisión de diferentes enfoques sobre la participación de los NNA que contextualiza teóricamente el tema (un elemento aún necesario para desbrozar la paja del trigo participativo). Asimismo, es una oportunidad para conocer el estado de la cuestión y el avance que se ha tenido en la región en los últimos años. Se aborda, además, el marco metodológico en el que se presentan los principios y valores que deben estar presentes cuando se promueve la participación de los NNA, y los instrumentos necesarios. Y en tercer lugar, se comparten los hallazgos relacionados con la normatividad legal e institucional en los países, así como las experiencias, reflexiones, perspectivas, resultados y recomendaciones expresados por los actores claves, promoviendo una nueva sociedad basada en la dignidad y el respeto de todos sus miembros mediante su participación.
La publicación relacionada con los espacios de incidencia regional, de Alfonso Gutiérrez Herazo, es un documento de contenido inédito en el momento de su publicación (2013). En un primer apartado retoma igualmente definiciones clave sobre participación e incidencia en espacios regionales (Convención de los Derechos del Niño, participación como proceso de desarrollo, participación como acción reivindicadora de la ciudadanía y como promotora del sostenimiento de la participación, incidencia pública como forma de participación, representatividad como forma de participación en eventos de incidencia regional). En el segundo apartado se establecen una serie de criterios muy útiles para promover la participación de niños, niñas y adolescentes en espacios de incidencia regional (antes, durante y después de la celebración de dichos espacios) producto de las lecciones aprendidas.
En la actualidad, las experiencias de los NNA de protagonismo infantil están más conceptualizadas e institucionalizadas y existe un consenso acerca de que tras la exigencia del derecho a participar, hay que ejercerlo poniendo en práctica elementos de desarrollo comunitario para ampliar y fortalecer sus organizaciones e incrementar su representatividad, llegando a otras infancias no organizadas (especial interés en un contexto latinoamericano donde la diversidad de culturas de infancias es evidente). Este aprendizaje permite afirmar que las experiencias organizativas están conformando ciudadanas y ciudadanos comprometidos y con las capacidades necesarias para contribuir al desarrollo común. Como nos compartía Jorge Freyre (siendo coordinador general de la REDLAMYC) “con las acciones de incidencia, se creó un “capital”, un acumulado en las vivencias personales y en la vivencia institucional de los grupos de referencia, que hace una historia, que da sentido de pertenencia y además un saber hacer para el futuro”.
En nuestra próxima entrada les compartiré acerca de este elemento, para conocer cómo la experiencia de estar organizado no solo cambia sustantivamente las vidas de estos chicos y chicas sino las de los adultos de su entorno más inmediato (familia, escuela, comunidad) y los impactos que tiene. Porque trabajar con la infancia conlleva igualmente revisar de forma permanente el adultocentrismo (1) del que somos herederos y de quienes acompañan las vidas de la infancia organizada. Un elemento en el que aún queda mucha tarea por hacer, especialmente a este lado del océano.
(1) Adultocentrismo o adultismo: Dícese del exagerado egocentrismo del adulto que se cree superior al niño y la niña desde posiciones de dominancia o subordinación.
* Marta Martínez Muñoz. Socióloga y Evaluadora. Especialista en Derechos de la Infancia. Socia co-fundadora de Enclave.