Retórica y realidad de las infancias latinoamericanas en un contexto de «horror económico» y de «ascenso de las incertidumbres» (1)
Por Colectivo Infancias Otras (Colombia)
Desde hace más de 20 años el discurso sobre “infancia” se ha mantenido prácticamente igual en sí mismo, anclado dentro del marco teórico y valórico de la “Convención de los Derechos del Niño”, que ha celebrado los 25 años de vigencia a partir de su publicación. La misma “nueva sociología de la infancia”, a la cual mucho le debemos en cuanto a capacidad de romper paradigmas y abrir nuevos horizontes epistémicos, sin embargo ya no es tan “nueva”, y también en el ámbito de su aplicabilidad se está corriendo el riesgo de deslizarse paulatinamente en la repetición tautológica o, en el mejor de los casos, en una profundización que a veces roza con el bizantinismo acucioso pero fuertemente ensimismado. En fin, es como si estos casi 30 años no hubieran significado también una modificación sustantiva del concreto contexto histórico en el que se instalan las infancias contemporáneas. De esta manera, se asiste a una clara desconexión entre el discurso teórico, ya en gran parte institucionalizado y los procesos históricos reales.
Todo ello resulta aún más evidente si consideramos el nuevo contexto económico que se ha venido configurando en las últimas décadas, y que ha significado un verdadero cambio de época, con el pase definitivo del modelo keynesiano a una brutal y feroz desestabilización del anterior pacto o contracto entre capital y trabajo. Las consecuencias han sido inmisericordes y deshumanizantes. Asistimos a fenómenos como la desalarización de las relaciones laborales, su flexibilización y precarización. A ello se suma el progresivo paso a un postcontractualismo que determina una superación de las solidaridades colectivas y una reindividualización de la vulnerabilidad y de los recursos para poder enfrentar los riesgos que de ella consiguen. En fin, estamos inmersos en un verdadero “fascismo societario” (2) como resultado no residual sino constitutivo del proceso de mercantilización de cada resquicio de la vida: todo ello configura un proyecto de sociedad y humanidad que, más allá de las heterogeneidades de superficie, se subordina al imperio del criterio único e instrumental de la utilidad y de la ganancia, con la producción siempre más creciente de ‘excedentes humanos’ que ya no tienen cabida en este marco de nuevo capitalismo salvaje.
No se trata por ello de ceder al pesimismo y renunciar al discurso sobre los derechos del niño o a la apuesta sobre la construcción de un protagonismo social de las infancias en el mundo y en América Latina; sino más bien de interrogarse cómo estos discursos y estas orientaciones ético-políticas se puedan resignificar dentro de esta concreta coyuntura histórica, traduciéndose en un proyecto de futuro para las infancias viable en tanto esté anclado no solo a opciones valóricas sino a reales y específicas circunstancias históricas.
Empezando con denunciar, sin rémoras e incertidumbres, que “el interés superior del niño” no es un territorio ético-político en el cual todos puedan estar, en un falso y engañoso unanimismo. Es un espacio, al contrario, de fuerte conflictualidad y asperezas, que no van a evaporar con unas cuantas referencias retóricas a infancias de fábula y cuento. La forma que va asumiendo el capitalismo globalizado hoy, en la época de las rupturas de cualquier forma real y humanamente aceptable de contrato social, es incompatible y duramente antagónica con “el interés superior del niño”. Y por ello hay que escoger, declarase y develarse, asumir la responsabilidad de ser partidarios de una u otra opción, pues no es posible serlo de ambas.
Existe una perplejidad, precariedad e incluso cierta complicidad epistemológica en las formas de conocer-saber las infancias y su existencia en tanto otredades contemporáneas. Se necesita un instrumental cognitivo, lingüístico y relacional que permita conocer-comprender-movilizar la infancia y adolescencia en su capacidad de humanización societal que está en riesgo y oxidación tal vez en pendulación y deshacimiento en su fuerza vital (élan) humanizadora. Revitalizar, resignificar, los discursos y prácticas desde, sobre y en relación con la infancia y la adolescencia son opciones que se ofrecen en tanto oportunidad para resistirse a la evaporización de la fuerza humanizadora de estos discursos y construcciones como nos demanda el hoy de las infancias otras en Colombia y el continente.
(1) La primera expresión se retoma de Vivianne Forrester, mientras que la segunda es de Robert Castel. (2) La expresión es de Boaventura de Sousa Santos, y alude a un “fascismo” entendido no tanto en su configuración política, sino en su configuración social en tanto sistema de marginación y de exclusión.